Esta es una carta especial, pues hoy tengo el placer de compartiros que, por fin, esta semana ha salido publicado mi libro en la editorial Tecnos (Grupo Anaya):
A los que os interese, podéis encontrar el libro, en papel o en formato ebook, en distintos puntos de venta. Podéis optar por vuestra librería más cercana (Tecnos/Anaya estarán encantados de servirla allí, si no lo han hecho ya) u otras plataformas por Internet como:
La presentación tendrá lugar en Madrid a principios de noviembre. Ya os iré informando por si alguno queréis pasaros y ponernos cara. Pero antes, voy a contaros algo más del libro para abrir boca. Porque hoy me vais a permitir, como pidiera Umbral, que os hable un poco de mi libro.
Decía Cortázar que el escritor publica para dejar de corregir. Y en buena medida así ha sucedido con este libro que, abriéndose a una historia tan completa como la de la vida en nuestro planeta, se sigue viendo impactada por los más recientes descubrimientos de la ciencia o de la historia y por los acontecimientos más actuales en tecnología, geopolítica o economía. Sigo aprendiendo y siempre podría haber seguido conectando y enriqueciendo esta historia que para mí ha resultado apasionante y mucho más fecunda de lo que al principio imaginé.
La idea me rondaba un tanto huidiza e inconexa por la cabeza desde un tiempo indefinido. Como a ramalazos, como con destellos que iban y venían, se asomaba entre mis pensamientos para luego volver a sumergirse. Anduve tras ella años, brujuleando por manuales de telecomunicaciones que hablaban más allá de la tecnología; acariciando estanterías repletas de libros con páginas ocre que rezumaban reflexiones certeras e historias increíbles, que alcanzaban cuestiones atemporales sobre nuestra naturaleza y enseñaban arcanos más allá de la contingencia de los hechos; ajustando hojas de cálculo y parámetros de econometría, que desentrañaban estadísticamente relaciones tan intuitivas como escurridizas, tan contundentes como frágiles.
Por fin, una flecha ensartó todas aquellas ideas en torno a ese concepto central de la información, tan protagonista en nuestras sociedades en las últimas décadas. Una flecha que asaeteó conceptos físicos y biológicos, antropológicos e históricos, técnicos y económicos. Y que me alcanzó junto al olivo milenario bajo aquel imponente acueducto que ya os conté. Desde entonces, unos años después, a un ritmo absorbente, aprendiendo, leyendo y conectando, hilando y relatando, hemos llegado hasta esta semana.
En la contracubierta del libro cuento someramente de qué va:
Decimos vivir en la “era de la información”, porque los bits permean e inundan nuestras actividades y organizaciones sociales como la savia irriga un árbol frondoso. Pero esta etapa histórica no resulta tan novedosa si consideramos que la proliferación de información es una tendencia inherente al desarrollo de la vida. La información lleva millones de años creciendo en este rincón del sistema solar oponiéndose al inexorable torrente de la entropía que desordena todo en el Universo. Crece porque así ofrece más versatilidad para la adaptación, desde los seres unicelulares hasta los biosistemas más complejos. Su intercambio favorece singularmente a las especies sociales como los insectos o los mamíferos, entre los que el Homo sapiens destaca, con su contribución cultural a este crecimiento, al proyectarla en sus artefactos tecnológicos e intercambiarla estratégicamente en su rasgo más distintivo: la cooperación.
Este libro es un recorrido multidisciplinar por esta historia apasionante del crecimiento tendencialmente inevitable de la información. Desde el origen de la vida y la biodiversidad, pasando por la especialización y encefalización animal, hasta el singular caso de los homínidos. La información tejerá con las primeras tecnologías basadas en piedra y fuego nuestro proceso de hominización hasta la primera de las grandes revoluciones de la información que jalonan la historia humana: la revolución del lenguaje nos fraguará como especie, nos hará triunfar sobre el resto de homínidos y provocará la Revolución Neolítica. Tras ella, la revolución de la escritura dará origen a las civilizaciones de la Antigüedad, y la información seguirá creciendo con el alfabeto de fenicios y griegos, el papiro egipcio que articuló Roma o el papel chino que impulsó su innovación y la de la ciencia islámica. En el final de la Edad Media Europea veremos germinar la tercera de ellas, la revolución de la imprenta, auténtica generatriz de la Revolución Científica y la Revolución Industrial que darán lugar a la Gran Divergencia. En la segunda mitad del siglo XX, una cuarta, la llamada revolución de las tecnologías de la información y las comunicaciones, alumbrará la Sociedad de la Información contemporánea. Sobre ella discurrirán las últimas líneas de esta increíble historia. Será entonces cuando arrojemos una última mirada al horizonte del futuro que, a propósito fundamentalmente de la Inteligencia Artificial y la gestión masiva de datos, nos plantea una visión tan prometedora como apocalíptica que sigue oteando el resto de esta historia de crecimiento aún por escribir.
Como veis, física, química, biología, historia, informática, telecomunicaciones, sociología, economía, filosofía… todas estas disciplinas se dan cita en torno a la información. Y soy razonablemente consciente de sus limitaciones y carencias, aunque tendrá otras tantas. Sin embargo, aun a riesgo de parecer pretencioso, de patinar en dominios en los que siempre seré un iniciado, he encontrado apasionante este viaje que os invito a probar. Porque quise hacer mías aquellas palabras de E. Schrodinger cuando, ya coronado premio Nobel de Física, tuvo la osadía de asomarse al mundo de la biología y hablar de qué es la vida en los términos físicos que más familiares le resultaban. En el prefacio de su libro What’s life? proponía una escapatoria temeraria con tal de intentar ofrecer una vista universal, una comprensión que lo que pierda en la imprecisión o la simplificación lo gane en la altura de miras y la coherencia del relato. Así decía:
El científico debe poseer un conocimiento completo y profundo, de primera mano, de ciertas materias. En consecuencia, por lo general, se espera que no escriba sobre tema alguno en el cual no sea experto, siguiendo una conducta de noblesse oblige. Sin embargo, por esta vez, pido poder renunciar a la “nobleza” y quedar dispensado de las consiguientes obligaciones. Mi excusa es ésta:
Hemos heredado de nuestros antepasados el anhelo profundo de un conocimiento unificado y universal. El mismo nombre, dado a las más altas instituciones de enseñanza, nos recuerda que, desde la Antigüedad y a través de los siglos, el aspecto universal de la ciencia ha sido el único que ha merecido un crédito absoluto. Pero la propagación, tanto en profundidad como en amplitud, de las múltiples ramas del conocimiento humano durante los últimos cien años nos ha enfrentado con un singular dilema. Por un lado, sentimos con claridad que sólo ahora estamos empezando a adquirir material de confianza para lograr soldar en un todo indiviso la suma de los conocimientos actuales. Pero, por lo otro, se ha hecho poco menos que imposible para un solo cerebro dominar completamente más que una pequeña parte especializada del mismo.
Yo no veo otra escapatoria frente a ese dilema (si queremos que nuestro verdadero objetivo no se pierda para siempre) que la de proponer que algunos de nosotros se aventuren a emprender una tarea sintetizadora de hechos y teorías, aunque a veces tengan de ellos un conocimiento incompleto e indirecto, y aun a riesgo de engañarnos a nosotros mismos.
Esa osadía es, en buena medida, la que da sentido a esta serie de cartas que inicié como Ingeniero de letras, y el esfuerzo sintetizador y de consiliencia que también subyace al libro, sobre asuntos que he ido tocando aquí parcialmente en la newsletter, y que os dejo aquí especialmente para los más nuevos por si queréis seguir abriendo boca:
Si os interesa, este es el índice del libro:
Gracias a todos por la acogida, la difusión y las palabras de apoyo. Buena parte, especialmente de mi familia y mis seres más queridos, es mérito vuestro. Gracias por compartir conmigo esta satisfacción.
Enhorabuena. Esperando para comprarlo.
Gracias Javier, no me cabe duda de que este libro será de cabecera para mis estudios y reflexiones.
Lo he compartido con mis amigos del otro lado del charco.
Suerte con la presentación, un fuerte abrazo, Giorgio