El sesgo de anclaje es un conocido fenómeno psicológico por el que tendemos a depender en exceso de la primera información que recibimos antes de tomar decisiones o hacer estimaciones. Este "anclaje" inicial actúa como un punto de referencia que influye de manera desproporcionada en la evaluación posterior. Al comprar un coche, al escoger un restaurante, al negociar un salario. Aunque sea irrelevante o poco preciso, este primer input sesga nuestro juicio.
Así tuve la ocasión de ponerlo a prueba en una clase de Universidad con un grupo de casi trescientos alumnos. Les mostré una imagen de un personaje conocido, Gandhi, y a través de una aplicación les hice discurrir por estos dos itinerarios de preguntas que iban contestando desde sus móviles:
La excusa de la fecha del cumpleaños me permitió crear dos grupos aleatorios de tamaño semejante, A y B, que contestaron en primer lugar a la pregunta de si Gandhi murió antes o después de una determinada edad. La inmensa mayoría de los alumnos - salvo los que andaban despistados o estaban más graciosos ese día - contestó correctamente a esta primera pregunta, puesto que las edades de referencia, 9 y 114 años, se encontraban en sendos extremos inverosímiles. Casi todos convergieron en sostener que había muerto después de los 9 años y antes de los 114 (en concreto, un 95,7%).
Sin embargo, a continuación, se les hacía exactamente a los dos grupos la misma pregunta: “¿A qué edad estimas que murió?”. Las respuestas de los grupos A y B fueron tan diferentes como interesantes:
La distribución del total de las respuestas fue razonablemente normal. El promedio de todas ellas (76,3) se acercó mucho a la realidad (Gandhi falleció con 78 años). Sin embargo, al analizarlo por grupos, el promedio de cada grupo se encontraba sensiblemente escorado en función de la referencia suministrada en la primera irrelevante pregunta: quienes habían visto un 9 promediaron 67,9 años, mientras que quienes habían leído un 114 promediaron 84,8 años.
Amos Tversky y Daniel Kahneman se hicieron famosos al teorizar sobre este sesgo en los años setenta del siglo pasado, experimentando con ejemplos diversos, como la estimación del porcentaje de países africanos representados en la ONU después de haber visto el número resultante de una tirada al azar en una ruleta. Sus investigaciones sobre sesgos son referente, entre muchas otras, de cualquier teoría económica sobre el comportamiento racional de los agentes.
En este caso, yo me aventuré en directo a repetir una versión del experimento de Strack y Mussweiler, en una clase sobre sesgos cognitivos para incentivar el pensamiento crítico, y creo que su resultado fue elocuente. Conocer nuestras limitaciones es el primer paso para empezar a mitigarlas.
Me encanta el efecto de 'la sabiduría de las masas' para quedarse sorprendentemente cerca de la respuesta correcta. Buen artículo.