El cerebro tarda milisegundos en crear prejuicios
Somos seres humanos, o sea, seres imperfectos
Hola a todos.
Para la publicación de hoy, he invitado a mi newsletter a
, autor de:Álvaro es geógrafo y se dedica la climatología, la geología, la botánica y la hidrología. Su investigación científica se centra en la innovación en la agricultura y el uso del agua, con el objetivo de superar los desafíos del cambio climático.
Sin embargo, en esta newsletter arroja una mirada algo distinta, aunque también refrescante, especialmente interesada en sencillos conceptos y reflexiones desde la psicología que nos ayuden a mejorar nuestra productividad, comprendernos mejor y mejorar nuestra relación con la naturaleza. En ella podéis encontrar, siempre tratados con rigor y referencias, un punto intermedio y útil entre la información vacía de internet y las conferencias larguísimas de especialistas.
Compartiendo intereses, Álvaro y yo decidimos escribir de forma cruzada sobre el mismo tema: los prejuicios que empleamos para confiar en los demás. Podréis ver en su página mi publicación. Aquí tenéis la suya.
Todos tratamos de actuar de manera justa, de ser empáticos, somos personas de confianza y jamás juzgaríamos a alguien que acabamos de conocer, ¿verdad?
No estoy tan seguro.
El cerebro tarda 100 milisegundos en crearte un prejuicio
A todos nos has pasado, conoces a alguien y décimas ya estás prediciendo como es.
Se ha estudiado cuán rápido saca el cerebro conclusiones precipitadas. La conclusión es que solo necesitas ver 100 milisegundos la cara de una persona para generar creencias sobre cómo es. Pensarás que es poco tiempo; dejemos más. Con 500 y con 1000 milisegundos las personas no son menos prejuiciosas, al revés: la mayoría se sentían más confiadas en su creencia (Willis y Todorov, 2006).
Primero creas un impresión acerca de alguien, luego actúas en consecuencia.
¿Por qué somos así? ¿Por qué sacamos conclusiones tan precipitadas?
Las limitaciones humanas
El cerebro humano es una máquina prodigiosa, pero con limitaciones.
La interacción social es tan compleja que el cerebro no puede procesar todo lo que sucede (Fiske y Taylor, 1991). Para evitar la sobrecarga mental, el cerebro usa la “atención selectiva”, es decir, solo prestar atención a determinadas señales y obviar el resto. Así puede analizar y categorizar la realidad (MacRae y Bodenhausen, 2001). Lo bueno de esto es que permite que la interacción social sea ágil, lo malo es que al simplificar la realidad creamos estereotipos (Sherman et al., 1998; Todorov et al., 2008).
A la izquierda es cómo son realmente las personas con las que interactúas, a la derecha, la información a partir de la que creas tus creencias y confianza.
El humano es un ser social y este comportamiento se potencia en grupo.
El efecto de grupo
Hay un mítico experimento de psicología social que demuestra cómo este comportamiento es innato. Te contaré brevemente:
22 niños de 11 años fueron cuidadosamente seleccionados para participar en un campamento de verano, todos eran físicamente parecidos y de similar contexto social. Se dividieron en 2 grupos y durante días realizaron actividades grupales para fomentar la creación de vínculos. Ningún grupo sabía que existía otro grupo igual. Tras formar vínculos, ambos se conocieron, convivieron y compitieron en actividades.
Las hostilidades surgieron al instante e incluso llegaron a la violencia.
Hacían competiciones donde solo había un ganador y era premiado. En ese escenario de “supervivencia”, los niños crearon una fuerte rivalidad entre grupos.
¿Te suena de algo?
La competencia por recursos escasos siempre nos ha llevado a luchar en bandos. Ante la incertidumbre, nos adherirnos a un grupo y confiamos en él (Aronson et al., 2010). Debemos hacerlo para sobrevivir. Todas las encuestas de los niños tenían algo en común: no se fiaban del otro grupo y creían que los del suyo eran mejores.
Recalco lo dicho al inicio: Fueron seleccionados para ser todos muy similares.
No podían ser mejores, era simple juicio de valor, un sesgo.
Somos cúmulos de circunstancias
Los prejuicios nacen de las normas culturales y sociales de donde aprendiste.
Los medios de comunicación, educación, la familia, el entorno en el que te has criado… somos fruto de nuestro entorno, imitamos a los demás y pensamos en función del contexto en el que aprendimos (Allport, 1954; Bandura, 1977). A medida que crecemos, nuestras creencias pueden ser reforzadas o desafiadas, en función de si hemos cambiando nuestro contexto social, cultural, etc.
Tal y como decía Ortega y Gasset: “yo soy yo y mi circunstancia”.
Para hacerlo todavía más complejo, tus vivencias influyen mucho. Tardas milisegundos en etiquetar personas, y si tienes una mala experiencia con alguien, generalizarás lo negativo a todo el colectivo del que forma parte esa persona. Pero hay algo aún peor…
La facilitación
Por el término psicológico de “facilitación” no sabrás de qué te hablo, pero lo has vivido aunque seas la persona más bondadosa el mundo. Tuviste una mala vivencia con alguien y generalizas esa negatividad a todo su grupo, luego conoces a otra persona del mismo grupo y ya tu actitud no es neutral. Hay predisposición en tu manera de actuar, hay desconfianza, no quieres que se repita.
Tu desconfianza enfría la interacción social (Pettigrew & Tropp, 2006) y retroalimenta tu creencia, creerás que es cosa suya, que los de ese grupo son así. Así saboteas la creación de relaciones genuinas con personas distintas (Stephan & Stephan, 2000) y terminas volviendo a reunirte con los “tuyos”, porque ahí afuera no son de fiar.
Se está demasiado bien en la zona de confort como para salir a buscar gente distinta.
Supongo que al final solo nos queda aprender a vivir con nuestros defectos.
Siempre que cambias de entornos desafías tus creencias y obtienes otra forma de pensar y hacer las cosas. Viaja y mézclate con la gente local, haz un voluntariado y verás cómo vive quien está peor que tú, atrévete a conocer a personas con ideales completamente opuestos a los tuyos.
Afronta lo que más le cuesta al ser humano: entender a otro ser humano.
✍️ Te toca a ti: ¿Has conocido a alguien que te haya hecho derribar prejuicios?
💭 Cita del día: «Los seres humanos son malos examinadores, sujetos a supersticiones, sesgos, prejuicios y una PROFUNDA tendencia a ver lo que quieren ver en lugar de lo que realmente existe». M. Scott Peck en The road less traveled.
Referencias 📚
Allport, G. W. (1954). The nature of prejudice. Addison-Wesley.
Aronson, E., Wilson, T. D., & Akert, R. M. (2010). Social Psychology. Pearson.
Fiske, S. T., & Taylor, S. E. (1991). Social cognition.
Macrae, C. N., & Bodenhausen, G. V. (2001). Social cognition: Categorical person perception. British Journal Of Psychology, 92(1), 239-255. https://doi.org/10.1348/000712601162059
Sherman, J. W., Lee, A. Y., Bessenoff, G. R., & Frost, L. A. (1998). Stereotype efficiency reconsidered: Encoding flexibility under cognitive load. Journal Of Personality And Social Psychology, 75(3), 589-606. https://doi.org/10.1037/0022-3514.75.3.589
Stephan, W. G., & Stephan, C. W. (2000). An integrated threat theory of prejudice. In S. Oskamp (Ed.), Reducing prejudice and discrimination (pp. 23–45). Lawrence Erlbaum Associates Publishers.
Todorov, A., Mandisodza, A. N., Goren, A., & Hall, C. C. (2008). Inferences of Competence from Faces Predict Election Outcomes. Science, 313(5785), 1625-1626.
Todorov, A., Mandisodza, A. N., Goren, A., & Hall, C. C. (2005). Inferences of Competence from Faces Predict Election Outcomes. Science, 308(5728), 1623-1626. https://doi.org/10.1126/science.1110589
Pettigrew, T. F., & Tropp, L. R. (2006). A meta-analytic test of intergroup contact theory. Journal Of Personality And Social Psychology, 90(5), 751-783. https://doi.org/10.1037/0022-3514.90.5.751
University of Oklahoma. Institute of Group Relations, & Sherif, M. (1961). Intergroup conflict and cooperation: The Robbers Cave experiment (Vol. 10, pp. 150-198). Norman, OK: University Book Exchange.
Willis, J., & Todorov, A. (2006). First impressions. Psychological Science, 17(7), 592-598. https://doi.org/10.1111/j.1467-9280.2006.01750.x
Soy voluntario en una ONG de integración social de jóvenes con riesgo de exclusión. Conozco alumnos de todos los orígenes imaginables: latinoamericanos, magrebíes, africanos... Y de Vallekas 😜.
La inmensa diferencia de mentalidades (entre ellos y conmigo, no sólo de tipo generacional, sino sobre todo social y cultural) me enseña cada día a romper prejuicios. No siempre lo consigo: no es fácil. Nuestros cerebros están entrenados así para detectar un peligro de manera inmediata, y para poder funcionar en grupos.
Como decís, nuestro cerebro paleolítico no es perfecto. Le hace falta un poco de fine tuning (o sea de empatía algo más global). Aunque soy escéptico al respecto. Gracias por el artículo
Me ha gustado mucho el artículo. Con cosas así, ¿cómo va a estar cualquier robot remotamente cerca de parecerse a una mente humana?