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Avatar de Ignacio Sainz de Medrano

Hola Javier. Excelente como siempre, pero esta vez me pillas conocedor del tema, porque durante cinco años me dieron la matraca en Francia con este señor y me lo tengo estudiado.

Todo lo que nos cuentas en este artículo es verdad: tal vez pasas por alto que las matanzas y saqueos de sus tropas le eran completamente indiferentes (tal vez porque no podía evitarlas: el expolio de las iglesias y castillos españoles no es más que la continuación de lo que ya había pasado en Francia durante la Revolución), y que su sentimiento de superioridad era insoportable. Es, sin duda, unos de los héroes-villanos más importantes de la historia. Y sin embargo, su legado es importantísimo.

En primer lugar, no sé quién observó (creo que Acemoglu y Robinson en "Por qué fracasan las naciones", pero no estoy seguro) que en aquellas regiones de Europa donde su dominación fue más duradera o menos problemática (las futuras Bélgica y Holanda, buena parte de Alemania, Suiza, el norte de Italia), la instauración de los códigos civiles y de comercio fue tan positiva que tras su expulsión de dichos territorios, las leyes no fueron derogadas. Por el contrario, países que rechazaron con fuerza la presencia francesa (España, Portugal, por ejemplo), tardaron mucho en redactar códigos legales inspirados en los napoleónicos. La expansión de la Revolución Industrial (o al menos su timing) en Europa parece estar relacionada con la estabilidad aportada por esas certezas legales, al servicio de una burguesía emergente.

En segundo lugar, Napoleón es la columna vertebral del relato nacional francés. Siempre se ha dicho que Francia es un país orgulloso de haber cortado la cabeza a sus reyes, pero que los echa de menos desesperadamente. Tal vez por eso Napoléon decidió ejercer el poder de forma autoritaria. No les importa eso a los franceses: es la culminación de su "grandeur", deslegitimada la poderosa dinastía de los Borbones por representar al Antiguo Régimen, poco presentables las Repúblicas coloniales e imperialistas del XIX, lamentables las del XX (sean victoriosas o perdedoras).

Napoleón encarna esa nostalgia francesa por un líder fuerte que lleva al país a lo más alto, y representa también, en su honorable manera de asumir la derrota, el momento de declive heroico que todo nacionalismo quiere tener en sus vitrinas. "Esto fuimos con Napoleón", parecen decirse los franceses. Mentira o no, los aglutina de forma unánime hasta convertir al personaje (un tipo genial pero, en realidad, bastante insoportable) en un símbolo nacional intocable hasta un punto que no te puedes imaginar. Por eso me llamó tanto la atención, y dolió tanto en Francia, la versión caricaturesca que hizo Ridley Scott en su biopic (bastante malo, además). Pero es así como los ingleses ven a Napoleón.

Enlazando con mi artículo del otro día, tal vez sea el elemento simbólico que le falta al relato nacional español. Francia tiene su Waterloo, nosotros tenemos el gol de Iniesta. Para bien o para mal, eso ya no lo sé.

Gracias por tu artículo

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Avatar de Javier Jurado

Gracias, Ignacio. Te estaba esperando. Muy interesante lo que apuntas. La película de Scott todavía no la he visto. Me gustó en su día la miniserie de cuatro capítulos protagonizada por Christian Clavier. Y, sí, parece que todavía hoy hay voces nostálgicas en Francia por ese pasado fuerte. Como en tantos sitios que añoran algo que da calor pero no ilumina.

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Avatar de A. P. Soto

¡Excelente y ameno, como de costumbre!

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