6 Comentarios

Siempre pienso en cuatro escalones de cara a evaluar cómo las personas encaramos los avances tecnológicos en curso:

1. Tecnófobos (o tecnocenizos, por darle un toque jocoso)

2. Tecnoescépticos

3. Tecnooptimistas

4. Tecnocegatos

Los umbrales 2 y 3 son los más sanos, obviamente. Sin embargo, los relatos de los extremos 1 y 4 han permeado, siempre, mucho más que los enfoques intermedios 2 y 3.

Reconozcámoslo: Nos gusta mucho que nos vendan el Día del Juicio Final o el Jardín del Edén, pero no nos llama tanto la atención la idea de un progreso con claroscuros (aunque netamente tenga muchos más claros).

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Muy de acuerdo contigo. Las posiciones más moderadas, las llamemos como las llamemos, siempre son menos llamativas. Muy acertado el matiz. Gracias.

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Qué maravilla de artículo, ¡gracias por compartirlo!

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Reconozco mirar con bastante recelo a la IA, tal vez por tener ya una edad. 😄

Pero este texto me ha ayudado a poner en perspectiva mis recelos, entender que pueden tener más de irracionales que de lógicos, y abrirme más a la posibilidad de estar equivocada en mi cierto tecnopesimismo respecto a la IA.

Así que gracias por el reencuadre que me has facilitado.

Un saludo.

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La cita de Douglas Adamas es en ese sentido satíricamente esclarecedora: lo que ya existe al nacer es normal; lo inventado antes de los treinta es emocionante y puede definir nuestra vida; y lo creado después de los treinta parece una amenaza al orden natural, hasta que, tras una década, se vuelve parte de la normalidad. ;)

Me alegro de que te haya gustado.

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Esa cita que mencionas me hizo reír y autocuestionarme toda mi existencia al mismo tiempo, cuando la leí por primera vez. 😅

Un saludo!

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