Brillante escrito. Aunque tarde, me gustaría unirme al debate al que da pie tu artículo. Como conoces, en mis artículos suelo abordar temas parecidos. Siguiendo la idea principal de tu post, me gustaría hacer 3 apreciaciones personales.
En primer lugar, comparto la preocupación con la salud de la democracia, que en mi opinión se ve amenazada por ambos lados del tablero. Creo que la tecnología puede traer mejorías significativas en los sistemas democráticos. Sin embargo, no me preocupa tanto el quién lo financiará, pues creo que ciertas mejoras son relativamente baratas e irán a cargo del contribuyente. Me preocupa más la capacidad del sector público para aplicarlas. Tenemos a día de hoy en España sectores infradotados digitalmente, como por ejemplo la Administración de justicia. Un área en concreto que es vital, pues el correcto funcionamiento del poder judicial se torna imprescindible para depurar los abusos y engaños de forma imparcial sin importar el quién. Esta infradotación de medios lastra la labor de la Justicia, causando una mayor lentitud, una sensación de indefensión y en muchas ocasiones el sentimiento de que se llega tarde a resolver los problemas. Esto hace más vulnerable a los juzgados y tribunales a la crítica partidista. Si el sistema público es lento en aplicar estas medidas que ya están al alcance de nuestra mano, ¿podemos esperar que se aplique un sistema digital democrático a salvo de manipulaciones que llegue a todos los rincones del país? Además, su coste/beneficio en áreas urbanas sería relativamente bajo, pero ¿y en pueblos de la España vaciada?
En segundo lugar, para mi es más importante (justo como planteas al comienzo) las corrientes culturales que están detrás de esta desafección. Creo que en los últimos años han triunfado posiciones dentro de las sociedad abiertas que atacan los valores fundamentales en los que se sustenta el proyecto democrático. El triunfo del sentimentalismo como verdad, la ofensa como arma política y la cancelación como forma de silenciamiento ante la libertad de expresión. Hemos pensado que todo es político y por tanto se puede decidir sobre todos los aspectos que atañen al individuo en el espacio público, que todas las relaciones se explican en función de estructuras de poder y opresión, y hemos abrazado todo tipo de teorías conspiratorias para evitar los hilos ocultos de una supuesta élite que controla el mundo. En la era de la información, las personas parecen haber abrazado posicionamientos más irracionales. Por lo tanto, tengo cierto pesimismo respecto al uso de la IA en democracia. No creo que solucione nada, hasta que seamos capaces de asumir que ciertos valores, ciertos derechos son indispensables en el contrato social. Aunque ciertas ideas, al estar alineados con nuestra propia visión del mundo, son difícilmente erradicables.
Y en tercer lugar, una mayor participación política, aunque deseable, no evita que se sigan dando los problemas que comentamos. Si el votante es irracional, y por lo tanto comete errores sistemáticos al evaluar las posibles políticas públicas, una mayor afluencia de votantes no empujará dichas decisiones hacia el centro, sino que legitimarán aun más ese posicionamiento irracional. Nadie nos asegura que porque votemos más, decidamos mejor. ¿Solución? Fundamentalmente la educación, que evite caer en esos errores sistemáticos y aprovechar la información a nuestro alcance para tomar las mejores decisiones. También reevaluar los incentivos, de forma que atraigamos a los mejores a los cargos públicos de importancia. Aunque sin caer en el embrujo platónico de que deben gobernar los mejores. Siempre que una élite ha asumido el poder con la legitimidad moral de que son ellos los más capacitados y el resto, miopes e ignorantes, el pueblo ha sufrido. No caigamos en la fatal arrogancia.
Un texto que sin duda es para debatir largo y tendido, gracias y siento ciertas simplificaciones a las que me he visto obligado.
Muchas gracias, Ménez. Comparto ampliamente tus tres apuntes. Habría mucha tela que cortar en cualquiera de los asuntos que he tocado en el texto, que ya me ha costado sintetizar. Es descorazonador ver cómo se encuentran algunos medios públicos para sostener y mejorar la democracia, como para pensar en nuevas inversiones. Como le decía a Emi, comparto con vosotros esa trastienda cultural. Y me pregunto si nos ha tocado vivir en una época de cierta decadencia civilizatoria (occidental) que cíclicamente volverá a ser ascendente una vez sufra algún tipo de cataclismo (en el sentido originario de término, ya sea bélico, económico, medioambiental o una mezcla de todos ellos). A veces el futuro no es muy inspirador ni esperanzador para quienes tenemos hijos.
Me ha parecido muy interesante tu análisis, especialmente en lo que respecta a los riesgos de una democracia directa mediada por tecnología. Sin embargo, creo que el modelo suizo podría ofrecer un contrapunto útil. Su experiencia demuestra que la participación directa puede ser compatible con la deliberación pausada y el debate informado, siempre que esté bien diseñada. Herramientas como la inteligencia artificial podrían ayudarnos a replicar esto en entornos digitales, moderando debates o combatiendo la desinformación.
Impresionante artículo, Javier. Se desprende de tu argumentación que, con precaución, confías en la posible implantación de la tecnología para que solvente algunos de los problemas que comentas en la primera parte del texto, con lo cual (y a pesar de mis reticencias tecnológicas, algo más acusadas que las tuyas) coincido. Guste o no, el desarrollo de nuevas tecnología, y especialmente en el terreno de la IA, puede dar pie a herramientas —como mencionas— que faciliten la intervención del ciudadano. Creo recordar que ha habido pequeñas y fugaces tentativas aquí en España, aunque con poco éxito (me viene a la cabeza Decide Madrid, por ejemplo, aunque alejado del enfoque en el que te centras).
No obstante, desde mi punto de vista el problema principal al que nos enfrentamos es más bien ideológico y casi sociológico. La erosión de la democracia, como bien has narrado, se viene dando desde hace tiempo y está alcanzando unas cotas impensables hace apenas una década, de manera que la degradación de la concepción de «política» aristotélica es muy palpable. Creo que eso supone un escollo para la implementación de sistemas que, aun mejorando la relación del ciudadano con sus representantes o instituciones, no alivian la impresión funesta que ha calado en la sociedad a la hora de afrontar la responsabilidad cívica de constituir estados democráticos; lo hemos visto con la dana, con las fake news, como dice Miguel por aquí, y la deriva parece seguir escalando.
Me parece que antes de proceder con una reorganización del sistema representativo y dotarlo de mejores herramientas, quizá cabe preguntarse cómo se puede «reeducar» al ciudadano para que no solo vuelva a confiar —al menos hasta cierto punto— en la política como actividad, sino para que comprenda lo fundamental de su involucración en ella y hasta qué punto es menester que se comprometa a ejercer su rol como parte del pacto social aristotélico. Es algo que tú apuntas, pero que para mí es incontrovertiblemente la piedra de toque para conseguir que el desarrollo tecnológico nos permita crear métodos de participación más ágiles, seguros y coherentes.
Gracias, Emi. Coincido con tu planteamiento. Sólo un tecnooptimismo ciego podría hacernos confiar en que sólo la tecnología nos sacará de esto. Al final de mi introducción lo apuntaba: existen corrientes culturales de fondo muy fuertes que es imprescindible gobernar para que la tecnología pueda producir frutos positivos (y evitar los negativos). Aunque la tecnología no es neutra, desde su mismo diseño, indudablemente su uso está determinado por ese "estado de opinión" cultural. De hecho, la Revolución Industrial no comenzó con la invención de ningún artilugio, sino con un cambio cultural que vio con buenos ojos maridar ciencia, tecnología y emprendimiento. Lo que no está tan claro es cómo podría producirse esa "reeducación", y menos si debe emprenderse desde el propio poder político cuya legitimidad se halla debilitada. En ocasiones creo que sólo una sacudida contundente, como un electroshock, podría reorientarnos. Gracias por enriquecer el debate.
Excelente artículo, como siempre. Por un lado, surge la pregunta de quién controlará a esa IA qué podríamos llamar "asistente de gobernanza", qué incentivos habrá para dirigir ese control en una dirección u otra, y cómo y quién la supervisará.
Por otro, me cuestiono si el auge de la extrema derecha, y su aparentemente inevitable triunfo funcionará como una vacuna que haga reaccionar al sistema democrático. Los grandes cambios políticos suelen venir precedidos por grandes sacudidas. La última costó 60 millones de muertos, esperemos que no haya que llegar a eso.
Es decir, si hay que ser pesimista en el corto plazo pero optimista en el largo. Quizá sea la mejor manera de verlo.
Investigaré todos esos enlaces. Tienen buena pinta.
Cuentan que la experiencia inglesa bajo la dictadura de Cromwell los “vacunó” contra otros tipos de dictaduras, como para evitar que en los tiempos convulsos que también atravesó Inglaterra acabara apareciendo un Napoleón, un Hitler o un Stalin. Es posible que cierto shock, si no se nos va de las manos, compense a la larga. También nos despertaría y nos quitaría ciertas ocurrencias aburguesadas que nos hemos consentido en estos años. Pero los experimentos que no sean con gaseosa son peligrosos. Al menos suelen ser lesivos para a la generación que a corto plazo más afecta. Que se lo digan a los campesinos de la primera revolución industrial. O ahora a los argentinos.
Para mí, un problema fundamental de todas las soluciones posibles que planteas es el dinero. La realidad del mundo en el que vivimos es que hace falta dinero para llevar a cabo muchas de esas medidas (al menos a escala) y, si queremos que sean independientes (en la medida de lo que pueden llegar a serlo), necesitamos un sistema de financiación que esté al margen del capitalismo voraz que gobierna la mayoría de la innovación tecnológica en la actualidad.
Estoy de acuerdo en que son soluciones técnicamente viables y que pueden ayudar, pero depender de la tecnología también nos puede hacer más vulnerables a injerencias de agentes internos o externos con otras agendas. Lo vimos con Cambridge Analytica, lo vimos con Twitter y justo este mes con TikTok en Rumanía.
Son aguas turbulentas y no todos los días soy optimista sobre lo que nos puede deparar el futuro.
PS: Además de todo esto, una idea que también me preocupa desde hace mucho tiempo es la "dictadura de los motivados". Cuanto más participativa se hace una democracia o un partido, al final los que tienen una mayor motivación suelen ser los que empujan una agenda más escorada y están menos abiertos al diálogo. Queremos gente motivada, pero cuando el desapego hace que todo caiga en manos de gente motivada, cualquier tipo de acuerdo constructivo se hace mucho más complejo.
El dinero siempre es un problema, aunque no suela bastar como solución :) Pero “un sistema de financiación que esté al margen del capitalismo” es una quimera, porque solo de él se alimenta el aparato público. Aunque estoy de acuerdo en que para esto se requeriría de mucha más inversión pública, de momento más bien escasa. Draghi y eso.
Sobre los riesgos, indudablemente la aceleración tecnológica nos expone a más. Pero eso no es una novedad. Ya que no podemos “desinventar” la bomba atómica, al menos trabajemos por hacer segura y aprovechar la energía nuclear. Con esto, lo mismo.
Y sobre la dictadura de los motivados, estoy completamente de acuerdo. Pero eso también tiene que ver con la mediación virtuosa que mencionaba: el ejercicio político debería caracterizarse por la prudencia, y los representantes deberían interpretar los resultados ponderando los efectos de los más motivados frente a la apatía de muchos (no la simpleza de trasladar democracia directa). En un cierto equilibrio, porque también hay otra lectura: no siempre se trata de motivados y apáticos, sino también de comprometidos y pasotas. Y a los pasotas, pues bueno, no pasa nada por que cosechen lo que siembran.
Que en cualquier caso, no se trata de hacer la democracia perfecta, sino mejor. Claro que seguirá teniendo carencias y vulnerabilidades. Pero la cuestión es si a estas alturas de nuestra historia nos podemos permitir los mismos rudimentos de hace un siglo.
No sabía si escribir ese mensaje por las pocas ganas que observo, y que todos sentimos en las entrañas, de dialogar verdaderamente con versiones que cuestionen las nuestras. Sin embargo, dada la asunción que creo observar en tu comentario acerca de las elecciones rumanas, la cual generalizan muchos medios de comunicació y observo es la hegemónica, creo que es pertinente y potencialmente enriquecedor (a la par que me lo paso bien escribiendo textos y ordenando mis ideas). Dado que las ideas se hallan en un "cielo platónico" (o sólo las proposiciones tienen contenido semántico que dirían "logicófilos"), el debate acerca de ellas es impersonal, sin importar el emisor del mensaje. Por eso, está crítica lo es a un discurso existente y no a una persona. He tratado de no ser cínico y ser didáctico para "derribar barreras mentales", si algo no se entiende puedo aclarar o extender. "Quants més serem, més riurem", se dice por aquí; así que comente quien quiera y lo que quiera para aprender todos de todos.
Lo qué ha sucedido en Rumanía es lo siguiente:
El Constitucional rumano ha anulado el resultado de la primera vuelta de las elecciones por unas "supuestas" interferencias rusas con ataques cibernético y el uso de cuentas en internet que apoyaban al ganador. No se cancela el resultado por fraude electoral, cosa que sería totalmente lícita y deseable; sino que se cancela por la existencia de un contenido, de información, a favor del candidato en internet, en ciertos medios o donde sea que, presumiblemente, ha sido incentivado desde el extranjero. En ningún momento se habla de fraude electoral.. La sentencia se basa en documentos que provienen de los servicios de inteligencia rumanos (SRI y SIE), que hablan de "distorsión" y “sobre-representación” del vencedor en las redes sociales, así como de la financiación de las personas o de los botes que publicaban tal información. Otros partidos han criticado la sentencia, y Elena Lasconi, que quedó segunda y es europeísta, ha calificado la resolución de ilegal, inmoral y contraria a la democracia de forma muy vehemente, preocupada y directa.
Ahora doy mi opinión acerca de esto, que considero inmoral, ilegal y anti-democrático, pero ya avanzo conclusión: Se cancelan unas elecciones legítimas para evitar el resultado, amparándose en la información a la cual tuvo acceso el electorado.
Primero: no se puede mesurar la sobre-representación, como mucho puede mesurarse la censura ejercida ante cierta información para que no llegue a un sector importante de la población y cause una sobre-representación de la propia. Afirmar que existe sobre-representación de Georgescu constituye una afirmación de que cierta información o ciertos candidatos son los buenos, los correctos, los que tienen que estar representados en determinado porcentaje porque sí, y que si no lo están es que hay interferencia. Esto es un argumento "ad hoc" que sienta peligroso precedente y que puede aplicarse siempre en cualquier situación, por cualquier gobierno y de cualquier signo para desacreditar la presencia de información que no le interese. Es una forma de censura indirecta.
Segundo: la financiación de personas, del propio candidato, de "bots" en internet, de activistas, influencias y medios de toda índole es inherente a toda campaña electoral; y sabemos que esa financiación existe de forma pública y fiscalizada, y de forma indirecta y opaca con independencia de candidatos.
Tercero: Asumamos, por un instante, que sí hubo interferencia rusa y que la campaña fue influenciada parcialmente desde Moscú (aunque no caigamos en la tentación maniquea de asumir que toda opinión X sólo puede venir de un sector Y, salvaguardando así la opinión mediante el origen "adhominiano" de su interlocutor de críticas; ni asumamos también que los rumanos son estúpidos y no pueden pensar por sí mismos). ¿Acaso otras campañas no tienen influencia de otros países (por ejemplo, la UE) para dar mayor visibilidad a cierto candidato, resaltando lo positivo de él y lo negativo de su adversario, llegando incluso a demonizarlos (la terrible UE y el malvado Kremlin se oyen en ambos lados)? Es decir: no se considera interferencia extranjera el contenido proeuropeo, pero sí se considera interferencia extranjera la existencia de contenido prorruso. Los propios servicios de inteligencia citan que Rusia "distorsiona" sembrando mensajes divisivos sobre la idoneidad de la pertenencia de Rumanía en la OTAN y/o UE. Esto lleva implícito que la información proeuropea es la única, por así decir, "natural y espontanea", la única que puede concebir el pueblo rumano por sí mismo, y que la prorrusa es una información "artifical y dirigida" que sólo puede concebir el ciudadano por injerencia y manipulación extranjera, pues todo "rumano de bien" llegará por sí sólo a las conclusiones de que las posiciones proeruopeas son las correctas (o que cierta información constituye adoctrinamiento y otra no, o lo que es peor, deja vislumbrar una noción afín a la "falsa consciencia"). Existen injerencias europeas que visibilizan el contenido proeuropeo a través de medios de comunicación tradicionales, redes sociales y otras plataformas con alcance de difusión lo mismo que las rusas. Si nos queremos poner quisquillosos y considerar injerencia toda información que no nazca en territorio nacional o por un ciudadano en la diáspora estaremos defendiendo una censura férrea y cerrada a toda información exterior; pero es que aún así, los rumanos están expuestos a contenido de los "dos lados" (nuevamente, como si no pudieran juzgar por sí mismos ni podamos separar proposición de emisor) que provienen tanto del exterior (DW y RT, o los influencers de turno que dicen que los rusos son malos y que los globalistas son el demonio) como del interior (los medios, blogs y ciudadanos rumanos). Es lo que tú dices: ciertos agentes se consideran válidos y otros no, y no se hace en base a su poder de afectación (cosa que podría ser deseable), sino en base a los intereses de otros agentes.
Cuarto: Por relacionarlo con otro asunto de actualidad, podemos irnos al Cáucaso y ver el doble rasero palmario e irrefutable. Se nos dice de los georgianos que quieren legislar organizaciones cuyo financiamiento extranjero sea superior al 20% para evitar injerencias (fácilmente demostrables o presumibles dado el origen del dinero y el "no muerdas la mano que te da de comer"), mientras que se nos dice que se anulan las elecciones rumanas precisamente por el origen extranjero de las fuentes de información, considerándolas injerencias. Los georgianos operan en base a la promoción de una ley de forma legal, promovida por un partido que hace un mes ha obtenido mayoría absoluta en las parlamentarias. En el caso rumano, vemos en el Estado emplear mecanismos jurídicos poco claros y no del todo legales para ir en contra de la legalidad de unos resultados, para evitar un resultado fruto de procedimientos perfectamente legales, pues la decisión se basa en la naturaleza de la información. Por lo tanto, el caso rumano constituye un auto-golpe blando de Estado, o si no lo consideramos golpe al no estar investido el Presidente (eran los resultados de la primera vuelta) podemos considerarlo una acción preventiva contraria a la legalidad y a la moralidad (salvo que uno considere un bien que ese Presidente no sea elegido contrariamente al voto popular por el obrar de ciertas facciones). En el caso georgiano, vemos como la Presidenta en funciones (recordemos que en su elección del 2018, gano mediante la promesa de condonar 600.000 deudas particulares por un valor de 500M€, promesa calificada de compra de votos por la oposición de entonces) ha declarado que planea un auto-golpe de Estado, puesto que quiere mantenerse en el poder más allá de la finalización de su mandato según ha declarado explícitamente.
También podría citar la manipulación de las elecciones moldavas, cuanto menos muy sospechosa, pero eso sólo si le interesa a alguien. Podría dedicar un apartado a la labor del "cuarto poder" tan necesario para las democracias, pero... ¿no es ya evidente?
Quinto: Podemos concluir que se cancelan los resultados por la información a la cual han tenido acceso los votantes. Esto, siempre y cuando no se rebele fraude electoral, constituye un ataque directo a la democracia que marca un punto que, me temo mucho, es de no retorno; al mismo tiempo que establece la refutación final de los valores liberales, empleados como retórica y no ejercidos (o, como dicen en todo el mundo salvo "Occidente": el doble rasero hipócrita de un mundo basado en reglas arbitrarias que aplico a conveniencia). Lo peor de todo es que, imbuidos en un relato que se han creído (no todo son cálculos utilitarios, que los hay, mucho me temo que esa visión maniquea es asumida como real) no se dan cuenta que esto será un boomerang, puesto que nunca más podrán tildar de ilegítimas acciones similares en otros lugares del mundo, los cuales tomarán nota de esto y actuarán preventivamente. Esta acción busca crear una zona de exclusión europea totalmente homogénea donde solo llegue cierto tipo de información al estilo orwelliano; pero el que creará es conflicto social dentro de Europa que puede exacerbarse en el momento que esto suceda en un país importante, con divisiones regionales y un PIB importante (ese país es Alemania). La Unión Europea ha hecho un "all-in". Estamos en una política de bloques enfrentados, esa es la asunción de los dirigentes. Estas formas de proceder pueden condenarse o defenderse en base a muchos factores, y ser cambiantes en el tiempo, pero lo que no se puede hacer honestamente es ser incoherente e hipócrita y no reconocer qué se hace y por qué (es honesto y legítimo que alguien diga: "sí, hemos de crear una zona de exclusión mediante el control de la información por ciertos intereses o intervenir en la formación de gobierno de tales países").
Todo esto muestra la desesperación ante la incapacidad militar, económica y diplomática de imponerse a los rusos y de mantenerse en una posición de liderazgo en el nuevo mundo existente. No obstante, también muestra una excelencia en los poderes culturales y mediáticos, en los servicios de inteligencia y la creación de redes clientelares muy astutas. A partir de aquí, la censura, la repetición machacona y las simplificaciones iran a más, puesto que todos los Estados europeos podrán ampararse en este caso para emplear medidas “preventivas” perdiendo el resto de "legitimidad" que podían tener respecto a otros países.
Todos los puntos que comentas son perfectamente válidos. Sí, la presión, la propaganda y las injerencias vienen de todas partes, y es cierto que hay un importante sesgo al evaluar unas y otras (en función de lo que convenga a cada actor).
Mi apunte únicamente quería hacer notar cómo la tecnología nos hace más vulnerables y más opacos a injerencias (en general). Es cierto que tomé las que, por mi forma de ver el mundo y mi exposición a información, me parecían más relevantes en este momento. Hay muchísimos matices más, pero opté por simplificar, sin más pretensiones que eso.
Perdona por la demora, estuve "out". Sí, comparto el riesgo de la tecnología, pero a mi parecer, los beneficios de acceder a información diversa, plural y, sí, ciertamente opaca y confusa, son superiores a los perjuicios de largo.
Precisamente, esa pluralidad es la que se busca cercenar, como en el golpe de Estado rumano.
Las redes sociales y los medios han convertido la política en un espectáculo, donde la indignación genera más likes que las propuestas.
Sobre una "democracIA" creo que la inteligencia artificial podría contribuir si la programamos no para manipular sino para revelar complejidad. El riesgo no está en la tecnología, sino en nuestra tentación de simplificar lo complejo.
Mucho para pensar en tu artículo. Gracias, Javier.
Creo que has hecho un muy buen diagnóstico del estado en que se encuentran muchas democracias liberales, aunque añadiría que eso de la separación de poderes y la independencia del cuarto poder, que en teoría son vitales son, la primera inexistente en España, y la segunda es muy relativa en según qué tópicos. Sólo por añadir algo a tu artículo:
1. Estoy 100% de acuerdo con tu diagnóstico sobre los partidos políticos. Tu párrafo, conciso y denso, habla por sí sólo:
"Simultáneamente, los partidos políticos atraviesan una crisis de legitimidad, evidenciada en la pérdida de afiliados y el vaciamiento de sus bases militantes. Sin una conexión fuerte con la ciudadanía, dependen cada vez más de estrategias mediáticas para sobrevivir, lo que les aleja de su función representativa. La clase política, además, se muestra decadente. El descrédito generalizado hacia la política disuade a las personas más preparadas de involucrarse en ella, dejando un vacío de talento que afecta la calidad del liderazgo democrático. Además, las instituciones administrativas, que deberían ser el motor del cambio, se perciben como ineficientes y desconectadas de las necesidades reales. Este panorama se agrava por el temor al fracaso electoral, que empuja a los líderes políticos a priorizar decisiones de corto plazo en detrimento de políticas públicas sostenibles."
Esto se traduce en la incapacidad para realizar acciones políticas que beneficien a la población por ausencia de interés, de conocimiento y capacidad. La orientación mediática o discursiva de las acciones políticas es funesta, porqué lleva a realizar políticas en pos de discursos vendibles y no en pos de efectos materiales (es una forma de idealismo filosófico ejercido). Son discursos y discursos sin una acción real, es más, muchas veces contraria al discurso.
Muy acertada también tu nota sobre cómo los partidos no son organizaciones que surjan de la sociedad civil (tampoco la mayoría de sindicatos), sino unas instituciones que posibilitan alcanzar posiciones de éxito y poder a través de la "trepa" desde las juventudes hasta la dirección, en la cuál no se ha de demostrar eficacia política, tan sólo saber dar puñaladas, tejer alianzas y ser buen orador (a veces ni eso, conocemos a alguno...). Es importante ver a los partidos políticos como un grupo existente con intereses propios que se perpetua en el poder, análogo a cualquier otro grupo funcionalmente idéntico (aunque formalmente distinto) de sociedades dictatoriales, monárquicas o no tan democráticas. Son facciones con intereses propios, y lo seguirán siendo. Una ley sociológica dice: "Toda institución tiende a su mantenimiento con independencia de si realiza o no la función que debería realizar".
2. Me gusta tu nota sobre la distinción aristotélica. Al respecto, creo que el estudio de la historia muestra que los efectos positivos para la población de las acciones de las élites (distingo entre élites políticas, económicas, culturales y militares) se da cuando ambas se benefician a su vez y/o las élites están "unificadas". En momentos de contracción, de límites de la productividad o de presión demográfica, es cuando se tiende a romper ese nexo positivo y las clases dirigentes tienden a mirar por sí mismas y, en muchos casos, a enfrentarse entre distintas élites por mantener o aumentar cuotas de poder, lo que da lugar a polarización y conflicto social por un empobrecimiento de las masas. Hablo a nivel general, seguro que hay excepciones, pero creo es una tónica que se adecua a la "longue durée".
Por eso, creo que la filosofía política y moral más "hegemónica" (no académica, aunque también) en las sociedades liberales y que está asumida en la cosmovisión de la población general, necesita entender las siguientes distinciones, que agrego a la tuya, para entender el mundo político:
a) Hay que distinguir entre la forma del sistema de gobierno de un Estado y las acciones que toma ese Estado.
b) Hay que distinguir entre la legitimidad por elección (sólo posible en ciertos sistemas de gobierno) y la legitimidad por aprobación (referente a los efectos de las acciones del Estado).
c) Hay que distinguir entre la intención u origen de una acción y sus efectos.
Brillante escrito. Aunque tarde, me gustaría unirme al debate al que da pie tu artículo. Como conoces, en mis artículos suelo abordar temas parecidos. Siguiendo la idea principal de tu post, me gustaría hacer 3 apreciaciones personales.
En primer lugar, comparto la preocupación con la salud de la democracia, que en mi opinión se ve amenazada por ambos lados del tablero. Creo que la tecnología puede traer mejorías significativas en los sistemas democráticos. Sin embargo, no me preocupa tanto el quién lo financiará, pues creo que ciertas mejoras son relativamente baratas e irán a cargo del contribuyente. Me preocupa más la capacidad del sector público para aplicarlas. Tenemos a día de hoy en España sectores infradotados digitalmente, como por ejemplo la Administración de justicia. Un área en concreto que es vital, pues el correcto funcionamiento del poder judicial se torna imprescindible para depurar los abusos y engaños de forma imparcial sin importar el quién. Esta infradotación de medios lastra la labor de la Justicia, causando una mayor lentitud, una sensación de indefensión y en muchas ocasiones el sentimiento de que se llega tarde a resolver los problemas. Esto hace más vulnerable a los juzgados y tribunales a la crítica partidista. Si el sistema público es lento en aplicar estas medidas que ya están al alcance de nuestra mano, ¿podemos esperar que se aplique un sistema digital democrático a salvo de manipulaciones que llegue a todos los rincones del país? Además, su coste/beneficio en áreas urbanas sería relativamente bajo, pero ¿y en pueblos de la España vaciada?
En segundo lugar, para mi es más importante (justo como planteas al comienzo) las corrientes culturales que están detrás de esta desafección. Creo que en los últimos años han triunfado posiciones dentro de las sociedad abiertas que atacan los valores fundamentales en los que se sustenta el proyecto democrático. El triunfo del sentimentalismo como verdad, la ofensa como arma política y la cancelación como forma de silenciamiento ante la libertad de expresión. Hemos pensado que todo es político y por tanto se puede decidir sobre todos los aspectos que atañen al individuo en el espacio público, que todas las relaciones se explican en función de estructuras de poder y opresión, y hemos abrazado todo tipo de teorías conspiratorias para evitar los hilos ocultos de una supuesta élite que controla el mundo. En la era de la información, las personas parecen haber abrazado posicionamientos más irracionales. Por lo tanto, tengo cierto pesimismo respecto al uso de la IA en democracia. No creo que solucione nada, hasta que seamos capaces de asumir que ciertos valores, ciertos derechos son indispensables en el contrato social. Aunque ciertas ideas, al estar alineados con nuestra propia visión del mundo, son difícilmente erradicables.
Y en tercer lugar, una mayor participación política, aunque deseable, no evita que se sigan dando los problemas que comentamos. Si el votante es irracional, y por lo tanto comete errores sistemáticos al evaluar las posibles políticas públicas, una mayor afluencia de votantes no empujará dichas decisiones hacia el centro, sino que legitimarán aun más ese posicionamiento irracional. Nadie nos asegura que porque votemos más, decidamos mejor. ¿Solución? Fundamentalmente la educación, que evite caer en esos errores sistemáticos y aprovechar la información a nuestro alcance para tomar las mejores decisiones. También reevaluar los incentivos, de forma que atraigamos a los mejores a los cargos públicos de importancia. Aunque sin caer en el embrujo platónico de que deben gobernar los mejores. Siempre que una élite ha asumido el poder con la legitimidad moral de que son ellos los más capacitados y el resto, miopes e ignorantes, el pueblo ha sufrido. No caigamos en la fatal arrogancia.
Un texto que sin duda es para debatir largo y tendido, gracias y siento ciertas simplificaciones a las que me he visto obligado.
Muchas gracias, Ménez. Comparto ampliamente tus tres apuntes. Habría mucha tela que cortar en cualquiera de los asuntos que he tocado en el texto, que ya me ha costado sintetizar. Es descorazonador ver cómo se encuentran algunos medios públicos para sostener y mejorar la democracia, como para pensar en nuevas inversiones. Como le decía a Emi, comparto con vosotros esa trastienda cultural. Y me pregunto si nos ha tocado vivir en una época de cierta decadencia civilizatoria (occidental) que cíclicamente volverá a ser ascendente una vez sufra algún tipo de cataclismo (en el sentido originario de término, ya sea bélico, económico, medioambiental o una mezcla de todos ellos). A veces el futuro no es muy inspirador ni esperanzador para quienes tenemos hijos.
Me ha parecido muy interesante tu análisis, especialmente en lo que respecta a los riesgos de una democracia directa mediada por tecnología. Sin embargo, creo que el modelo suizo podría ofrecer un contrapunto útil. Su experiencia demuestra que la participación directa puede ser compatible con la deliberación pausada y el debate informado, siempre que esté bien diseñada. Herramientas como la inteligencia artificial podrían ayudarnos a replicar esto en entornos digitales, moderando debates o combatiendo la desinformación.
Impresionante artículo, Javier. Se desprende de tu argumentación que, con precaución, confías en la posible implantación de la tecnología para que solvente algunos de los problemas que comentas en la primera parte del texto, con lo cual (y a pesar de mis reticencias tecnológicas, algo más acusadas que las tuyas) coincido. Guste o no, el desarrollo de nuevas tecnología, y especialmente en el terreno de la IA, puede dar pie a herramientas —como mencionas— que faciliten la intervención del ciudadano. Creo recordar que ha habido pequeñas y fugaces tentativas aquí en España, aunque con poco éxito (me viene a la cabeza Decide Madrid, por ejemplo, aunque alejado del enfoque en el que te centras).
No obstante, desde mi punto de vista el problema principal al que nos enfrentamos es más bien ideológico y casi sociológico. La erosión de la democracia, como bien has narrado, se viene dando desde hace tiempo y está alcanzando unas cotas impensables hace apenas una década, de manera que la degradación de la concepción de «política» aristotélica es muy palpable. Creo que eso supone un escollo para la implementación de sistemas que, aun mejorando la relación del ciudadano con sus representantes o instituciones, no alivian la impresión funesta que ha calado en la sociedad a la hora de afrontar la responsabilidad cívica de constituir estados democráticos; lo hemos visto con la dana, con las fake news, como dice Miguel por aquí, y la deriva parece seguir escalando.
Me parece que antes de proceder con una reorganización del sistema representativo y dotarlo de mejores herramientas, quizá cabe preguntarse cómo se puede «reeducar» al ciudadano para que no solo vuelva a confiar —al menos hasta cierto punto— en la política como actividad, sino para que comprenda lo fundamental de su involucración en ella y hasta qué punto es menester que se comprometa a ejercer su rol como parte del pacto social aristotélico. Es algo que tú apuntas, pero que para mí es incontrovertiblemente la piedra de toque para conseguir que el desarrollo tecnológico nos permita crear métodos de participación más ágiles, seguros y coherentes.
Gracias, Emi. Coincido con tu planteamiento. Sólo un tecnooptimismo ciego podría hacernos confiar en que sólo la tecnología nos sacará de esto. Al final de mi introducción lo apuntaba: existen corrientes culturales de fondo muy fuertes que es imprescindible gobernar para que la tecnología pueda producir frutos positivos (y evitar los negativos). Aunque la tecnología no es neutra, desde su mismo diseño, indudablemente su uso está determinado por ese "estado de opinión" cultural. De hecho, la Revolución Industrial no comenzó con la invención de ningún artilugio, sino con un cambio cultural que vio con buenos ojos maridar ciencia, tecnología y emprendimiento. Lo que no está tan claro es cómo podría producirse esa "reeducación", y menos si debe emprenderse desde el propio poder político cuya legitimidad se halla debilitada. En ocasiones creo que sólo una sacudida contundente, como un electroshock, podría reorientarnos. Gracias por enriquecer el debate.
La tecnología permite referéndums permanentes, como debería usar Suiza
Excelente artículo, como siempre. Por un lado, surge la pregunta de quién controlará a esa IA qué podríamos llamar "asistente de gobernanza", qué incentivos habrá para dirigir ese control en una dirección u otra, y cómo y quién la supervisará.
Por otro, me cuestiono si el auge de la extrema derecha, y su aparentemente inevitable triunfo funcionará como una vacuna que haga reaccionar al sistema democrático. Los grandes cambios políticos suelen venir precedidos por grandes sacudidas. La última costó 60 millones de muertos, esperemos que no haya que llegar a eso.
Es decir, si hay que ser pesimista en el corto plazo pero optimista en el largo. Quizá sea la mejor manera de verlo.
Investigaré todos esos enlaces. Tienen buena pinta.
Cuentan que la experiencia inglesa bajo la dictadura de Cromwell los “vacunó” contra otros tipos de dictaduras, como para evitar que en los tiempos convulsos que también atravesó Inglaterra acabara apareciendo un Napoleón, un Hitler o un Stalin. Es posible que cierto shock, si no se nos va de las manos, compense a la larga. También nos despertaría y nos quitaría ciertas ocurrencias aburguesadas que nos hemos consentido en estos años. Pero los experimentos que no sean con gaseosa son peligrosos. Al menos suelen ser lesivos para a la generación que a corto plazo más afecta. Que se lo digan a los campesinos de la primera revolución industrial. O ahora a los argentinos.
Para mí, un problema fundamental de todas las soluciones posibles que planteas es el dinero. La realidad del mundo en el que vivimos es que hace falta dinero para llevar a cabo muchas de esas medidas (al menos a escala) y, si queremos que sean independientes (en la medida de lo que pueden llegar a serlo), necesitamos un sistema de financiación que esté al margen del capitalismo voraz que gobierna la mayoría de la innovación tecnológica en la actualidad.
Estoy de acuerdo en que son soluciones técnicamente viables y que pueden ayudar, pero depender de la tecnología también nos puede hacer más vulnerables a injerencias de agentes internos o externos con otras agendas. Lo vimos con Cambridge Analytica, lo vimos con Twitter y justo este mes con TikTok en Rumanía.
Son aguas turbulentas y no todos los días soy optimista sobre lo que nos puede deparar el futuro.
PS: Además de todo esto, una idea que también me preocupa desde hace mucho tiempo es la "dictadura de los motivados". Cuanto más participativa se hace una democracia o un partido, al final los que tienen una mayor motivación suelen ser los que empujan una agenda más escorada y están menos abiertos al diálogo. Queremos gente motivada, pero cuando el desapego hace que todo caiga en manos de gente motivada, cualquier tipo de acuerdo constructivo se hace mucho más complejo.
El dinero siempre es un problema, aunque no suela bastar como solución :) Pero “un sistema de financiación que esté al margen del capitalismo” es una quimera, porque solo de él se alimenta el aparato público. Aunque estoy de acuerdo en que para esto se requeriría de mucha más inversión pública, de momento más bien escasa. Draghi y eso.
Sobre los riesgos, indudablemente la aceleración tecnológica nos expone a más. Pero eso no es una novedad. Ya que no podemos “desinventar” la bomba atómica, al menos trabajemos por hacer segura y aprovechar la energía nuclear. Con esto, lo mismo.
Y sobre la dictadura de los motivados, estoy completamente de acuerdo. Pero eso también tiene que ver con la mediación virtuosa que mencionaba: el ejercicio político debería caracterizarse por la prudencia, y los representantes deberían interpretar los resultados ponderando los efectos de los más motivados frente a la apatía de muchos (no la simpleza de trasladar democracia directa). En un cierto equilibrio, porque también hay otra lectura: no siempre se trata de motivados y apáticos, sino también de comprometidos y pasotas. Y a los pasotas, pues bueno, no pasa nada por que cosechen lo que siembran.
Que en cualquier caso, no se trata de hacer la democracia perfecta, sino mejor. Claro que seguirá teniendo carencias y vulnerabilidades. Pero la cuestión es si a estas alturas de nuestra historia nos podemos permitir los mismos rudimentos de hace un siglo.
No sabía si escribir ese mensaje por las pocas ganas que observo, y que todos sentimos en las entrañas, de dialogar verdaderamente con versiones que cuestionen las nuestras. Sin embargo, dada la asunción que creo observar en tu comentario acerca de las elecciones rumanas, la cual generalizan muchos medios de comunicació y observo es la hegemónica, creo que es pertinente y potencialmente enriquecedor (a la par que me lo paso bien escribiendo textos y ordenando mis ideas). Dado que las ideas se hallan en un "cielo platónico" (o sólo las proposiciones tienen contenido semántico que dirían "logicófilos"), el debate acerca de ellas es impersonal, sin importar el emisor del mensaje. Por eso, está crítica lo es a un discurso existente y no a una persona. He tratado de no ser cínico y ser didáctico para "derribar barreras mentales", si algo no se entiende puedo aclarar o extender. "Quants més serem, més riurem", se dice por aquí; así que comente quien quiera y lo que quiera para aprender todos de todos.
Lo qué ha sucedido en Rumanía es lo siguiente:
El Constitucional rumano ha anulado el resultado de la primera vuelta de las elecciones por unas "supuestas" interferencias rusas con ataques cibernético y el uso de cuentas en internet que apoyaban al ganador. No se cancela el resultado por fraude electoral, cosa que sería totalmente lícita y deseable; sino que se cancela por la existencia de un contenido, de información, a favor del candidato en internet, en ciertos medios o donde sea que, presumiblemente, ha sido incentivado desde el extranjero. En ningún momento se habla de fraude electoral.. La sentencia se basa en documentos que provienen de los servicios de inteligencia rumanos (SRI y SIE), que hablan de "distorsión" y “sobre-representación” del vencedor en las redes sociales, así como de la financiación de las personas o de los botes que publicaban tal información. Otros partidos han criticado la sentencia, y Elena Lasconi, que quedó segunda y es europeísta, ha calificado la resolución de ilegal, inmoral y contraria a la democracia de forma muy vehemente, preocupada y directa.
Ahora doy mi opinión acerca de esto, que considero inmoral, ilegal y anti-democrático, pero ya avanzo conclusión: Se cancelan unas elecciones legítimas para evitar el resultado, amparándose en la información a la cual tuvo acceso el electorado.
Primero: no se puede mesurar la sobre-representación, como mucho puede mesurarse la censura ejercida ante cierta información para que no llegue a un sector importante de la población y cause una sobre-representación de la propia. Afirmar que existe sobre-representación de Georgescu constituye una afirmación de que cierta información o ciertos candidatos son los buenos, los correctos, los que tienen que estar representados en determinado porcentaje porque sí, y que si no lo están es que hay interferencia. Esto es un argumento "ad hoc" que sienta peligroso precedente y que puede aplicarse siempre en cualquier situación, por cualquier gobierno y de cualquier signo para desacreditar la presencia de información que no le interese. Es una forma de censura indirecta.
Segundo: la financiación de personas, del propio candidato, de "bots" en internet, de activistas, influencias y medios de toda índole es inherente a toda campaña electoral; y sabemos que esa financiación existe de forma pública y fiscalizada, y de forma indirecta y opaca con independencia de candidatos.
Tercero: Asumamos, por un instante, que sí hubo interferencia rusa y que la campaña fue influenciada parcialmente desde Moscú (aunque no caigamos en la tentación maniquea de asumir que toda opinión X sólo puede venir de un sector Y, salvaguardando así la opinión mediante el origen "adhominiano" de su interlocutor de críticas; ni asumamos también que los rumanos son estúpidos y no pueden pensar por sí mismos). ¿Acaso otras campañas no tienen influencia de otros países (por ejemplo, la UE) para dar mayor visibilidad a cierto candidato, resaltando lo positivo de él y lo negativo de su adversario, llegando incluso a demonizarlos (la terrible UE y el malvado Kremlin se oyen en ambos lados)? Es decir: no se considera interferencia extranjera el contenido proeuropeo, pero sí se considera interferencia extranjera la existencia de contenido prorruso. Los propios servicios de inteligencia citan que Rusia "distorsiona" sembrando mensajes divisivos sobre la idoneidad de la pertenencia de Rumanía en la OTAN y/o UE. Esto lleva implícito que la información proeuropea es la única, por así decir, "natural y espontanea", la única que puede concebir el pueblo rumano por sí mismo, y que la prorrusa es una información "artifical y dirigida" que sólo puede concebir el ciudadano por injerencia y manipulación extranjera, pues todo "rumano de bien" llegará por sí sólo a las conclusiones de que las posiciones proeruopeas son las correctas (o que cierta información constituye adoctrinamiento y otra no, o lo que es peor, deja vislumbrar una noción afín a la "falsa consciencia"). Existen injerencias europeas que visibilizan el contenido proeuropeo a través de medios de comunicación tradicionales, redes sociales y otras plataformas con alcance de difusión lo mismo que las rusas. Si nos queremos poner quisquillosos y considerar injerencia toda información que no nazca en territorio nacional o por un ciudadano en la diáspora estaremos defendiendo una censura férrea y cerrada a toda información exterior; pero es que aún así, los rumanos están expuestos a contenido de los "dos lados" (nuevamente, como si no pudieran juzgar por sí mismos ni podamos separar proposición de emisor) que provienen tanto del exterior (DW y RT, o los influencers de turno que dicen que los rusos son malos y que los globalistas son el demonio) como del interior (los medios, blogs y ciudadanos rumanos). Es lo que tú dices: ciertos agentes se consideran válidos y otros no, y no se hace en base a su poder de afectación (cosa que podría ser deseable), sino en base a los intereses de otros agentes.
Cuarto: Por relacionarlo con otro asunto de actualidad, podemos irnos al Cáucaso y ver el doble rasero palmario e irrefutable. Se nos dice de los georgianos que quieren legislar organizaciones cuyo financiamiento extranjero sea superior al 20% para evitar injerencias (fácilmente demostrables o presumibles dado el origen del dinero y el "no muerdas la mano que te da de comer"), mientras que se nos dice que se anulan las elecciones rumanas precisamente por el origen extranjero de las fuentes de información, considerándolas injerencias. Los georgianos operan en base a la promoción de una ley de forma legal, promovida por un partido que hace un mes ha obtenido mayoría absoluta en las parlamentarias. En el caso rumano, vemos en el Estado emplear mecanismos jurídicos poco claros y no del todo legales para ir en contra de la legalidad de unos resultados, para evitar un resultado fruto de procedimientos perfectamente legales, pues la decisión se basa en la naturaleza de la información. Por lo tanto, el caso rumano constituye un auto-golpe blando de Estado, o si no lo consideramos golpe al no estar investido el Presidente (eran los resultados de la primera vuelta) podemos considerarlo una acción preventiva contraria a la legalidad y a la moralidad (salvo que uno considere un bien que ese Presidente no sea elegido contrariamente al voto popular por el obrar de ciertas facciones). En el caso georgiano, vemos como la Presidenta en funciones (recordemos que en su elección del 2018, gano mediante la promesa de condonar 600.000 deudas particulares por un valor de 500M€, promesa calificada de compra de votos por la oposición de entonces) ha declarado que planea un auto-golpe de Estado, puesto que quiere mantenerse en el poder más allá de la finalización de su mandato según ha declarado explícitamente.
También podría citar la manipulación de las elecciones moldavas, cuanto menos muy sospechosa, pero eso sólo si le interesa a alguien. Podría dedicar un apartado a la labor del "cuarto poder" tan necesario para las democracias, pero... ¿no es ya evidente?
Quinto: Podemos concluir que se cancelan los resultados por la información a la cual han tenido acceso los votantes. Esto, siempre y cuando no se rebele fraude electoral, constituye un ataque directo a la democracia que marca un punto que, me temo mucho, es de no retorno; al mismo tiempo que establece la refutación final de los valores liberales, empleados como retórica y no ejercidos (o, como dicen en todo el mundo salvo "Occidente": el doble rasero hipócrita de un mundo basado en reglas arbitrarias que aplico a conveniencia). Lo peor de todo es que, imbuidos en un relato que se han creído (no todo son cálculos utilitarios, que los hay, mucho me temo que esa visión maniquea es asumida como real) no se dan cuenta que esto será un boomerang, puesto que nunca más podrán tildar de ilegítimas acciones similares en otros lugares del mundo, los cuales tomarán nota de esto y actuarán preventivamente. Esta acción busca crear una zona de exclusión europea totalmente homogénea donde solo llegue cierto tipo de información al estilo orwelliano; pero el que creará es conflicto social dentro de Europa que puede exacerbarse en el momento que esto suceda en un país importante, con divisiones regionales y un PIB importante (ese país es Alemania). La Unión Europea ha hecho un "all-in". Estamos en una política de bloques enfrentados, esa es la asunción de los dirigentes. Estas formas de proceder pueden condenarse o defenderse en base a muchos factores, y ser cambiantes en el tiempo, pero lo que no se puede hacer honestamente es ser incoherente e hipócrita y no reconocer qué se hace y por qué (es honesto y legítimo que alguien diga: "sí, hemos de crear una zona de exclusión mediante el control de la información por ciertos intereses o intervenir en la formación de gobierno de tales países").
Todo esto muestra la desesperación ante la incapacidad militar, económica y diplomática de imponerse a los rusos y de mantenerse en una posición de liderazgo en el nuevo mundo existente. No obstante, también muestra una excelencia en los poderes culturales y mediáticos, en los servicios de inteligencia y la creación de redes clientelares muy astutas. A partir de aquí, la censura, la repetición machacona y las simplificaciones iran a más, puesto que todos los Estados europeos podrán ampararse en este caso para emplear medidas “preventivas” perdiendo el resto de "legitimidad" que podían tener respecto a otros países.
Saludos,
Buenas, Calda,
Todos los puntos que comentas son perfectamente válidos. Sí, la presión, la propaganda y las injerencias vienen de todas partes, y es cierto que hay un importante sesgo al evaluar unas y otras (en función de lo que convenga a cada actor).
Mi apunte únicamente quería hacer notar cómo la tecnología nos hace más vulnerables y más opacos a injerencias (en general). Es cierto que tomé las que, por mi forma de ver el mundo y mi exposición a información, me parecían más relevantes en este momento. Hay muchísimos matices más, pero opté por simplificar, sin más pretensiones que eso.
Un saludo.
Perdona por la demora, estuve "out". Sí, comparto el riesgo de la tecnología, pero a mi parecer, los beneficios de acceder a información diversa, plural y, sí, ciertamente opaca y confusa, son superiores a los perjuicios de largo.
Precisamente, esa pluralidad es la que se busca cercenar, como en el golpe de Estado rumano.
Las redes sociales y los medios han convertido la política en un espectáculo, donde la indignación genera más likes que las propuestas.
Sobre una "democracIA" creo que la inteligencia artificial podría contribuir si la programamos no para manipular sino para revelar complejidad. El riesgo no está en la tecnología, sino en nuestra tentación de simplificar lo complejo.
Mucho para pensar en tu artículo. Gracias, Javier.
👏👏👏👏👏 Gracias por el post. Interesante análisis.
Muy buen artículo, Javier.
Creo que has hecho un muy buen diagnóstico del estado en que se encuentran muchas democracias liberales, aunque añadiría que eso de la separación de poderes y la independencia del cuarto poder, que en teoría son vitales son, la primera inexistente en España, y la segunda es muy relativa en según qué tópicos. Sólo por añadir algo a tu artículo:
1. Estoy 100% de acuerdo con tu diagnóstico sobre los partidos políticos. Tu párrafo, conciso y denso, habla por sí sólo:
"Simultáneamente, los partidos políticos atraviesan una crisis de legitimidad, evidenciada en la pérdida de afiliados y el vaciamiento de sus bases militantes. Sin una conexión fuerte con la ciudadanía, dependen cada vez más de estrategias mediáticas para sobrevivir, lo que les aleja de su función representativa. La clase política, además, se muestra decadente. El descrédito generalizado hacia la política disuade a las personas más preparadas de involucrarse en ella, dejando un vacío de talento que afecta la calidad del liderazgo democrático. Además, las instituciones administrativas, que deberían ser el motor del cambio, se perciben como ineficientes y desconectadas de las necesidades reales. Este panorama se agrava por el temor al fracaso electoral, que empuja a los líderes políticos a priorizar decisiones de corto plazo en detrimento de políticas públicas sostenibles."
Esto se traduce en la incapacidad para realizar acciones políticas que beneficien a la población por ausencia de interés, de conocimiento y capacidad. La orientación mediática o discursiva de las acciones políticas es funesta, porqué lleva a realizar políticas en pos de discursos vendibles y no en pos de efectos materiales (es una forma de idealismo filosófico ejercido). Son discursos y discursos sin una acción real, es más, muchas veces contraria al discurso.
Muy acertada también tu nota sobre cómo los partidos no son organizaciones que surjan de la sociedad civil (tampoco la mayoría de sindicatos), sino unas instituciones que posibilitan alcanzar posiciones de éxito y poder a través de la "trepa" desde las juventudes hasta la dirección, en la cuál no se ha de demostrar eficacia política, tan sólo saber dar puñaladas, tejer alianzas y ser buen orador (a veces ni eso, conocemos a alguno...). Es importante ver a los partidos políticos como un grupo existente con intereses propios que se perpetua en el poder, análogo a cualquier otro grupo funcionalmente idéntico (aunque formalmente distinto) de sociedades dictatoriales, monárquicas o no tan democráticas. Son facciones con intereses propios, y lo seguirán siendo. Una ley sociológica dice: "Toda institución tiende a su mantenimiento con independencia de si realiza o no la función que debería realizar".
2. Me gusta tu nota sobre la distinción aristotélica. Al respecto, creo que el estudio de la historia muestra que los efectos positivos para la población de las acciones de las élites (distingo entre élites políticas, económicas, culturales y militares) se da cuando ambas se benefician a su vez y/o las élites están "unificadas". En momentos de contracción, de límites de la productividad o de presión demográfica, es cuando se tiende a romper ese nexo positivo y las clases dirigentes tienden a mirar por sí mismas y, en muchos casos, a enfrentarse entre distintas élites por mantener o aumentar cuotas de poder, lo que da lugar a polarización y conflicto social por un empobrecimiento de las masas. Hablo a nivel general, seguro que hay excepciones, pero creo es una tónica que se adecua a la "longue durée".
Por eso, creo que la filosofía política y moral más "hegemónica" (no académica, aunque también) en las sociedades liberales y que está asumida en la cosmovisión de la población general, necesita entender las siguientes distinciones, que agrego a la tuya, para entender el mundo político:
a) Hay que distinguir entre la forma del sistema de gobierno de un Estado y las acciones que toma ese Estado.
b) Hay que distinguir entre la legitimidad por elección (sólo posible en ciertos sistemas de gobierno) y la legitimidad por aprobación (referente a los efectos de las acciones del Estado).
c) Hay que distinguir entre la intención u origen de una acción y sus efectos.
Saludos,