7 Comentarios

Me ha llevado una semana leer (y releer) tu texto para captar la cantidad de matices que has insertado en él. Así que, antes de nada, enhorabuena, una vez más, por brindarnos un artículo que genera tantas dudas como intuiciones.

En el terreno del arte y la IA, a mi juicio hay un elemento que suele dejarse de lado, y que tú apuntas en el tramo final: se trataría de la visión más personal del artista, de su idea del mundo. En este sentido, creo que el arte tiene como una de sus misiones el romper con lo establecido («dislocar», como dices) para generar nuevas formas de mirar, nuevas nociones que nos lleven a poner en tela de juicio lo que damos por sentado.

Quizá el posmodernismo y las corrientes que lo sucedieron ampliaron el terreno de juego artístico hasta el punto de difuminar (quizá en exceso) la línea que separa al artista del artesano, al creador del plagiado, al innovador del «mezclador». Pero en cualquier tiempo, incluso reciente, hay artistas que desafían el statu quo para generar esas nuevas formas que rompen con lo anterior, incluso a riesgo de no ser comprendidos en su propio tiempo.

La IA, al menos por ahora, no puede permitirse ese tipo de ruptura: como dice Ignacio, a lo sumo es capaz de replicar de forma muy certera estilos heredados, lo cual puede, en efecto, ser una vía de creación —o pseudocreación— hasta cierto punto válida en tanto sea aceptada por el consumidor.

El reto, desde mi punto de vista, es confiar en esa percepción del (verdadero) artista que genera una cesura con los modos anteriores y abre vías de expresión y comprensión diferentes. Si este puede ser ayudado de algún modo por la inteligencia artificial en ese proceso, quizá haya que acoger la herramienta como tal; pero no arrojarse a sus brazos con la esperanza o creencia de que generará esas rupturas estéticas que, de un modo u otro, han ido haciendo avanzar el arte.

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Gracias, Emi, por dedicarle tiempo y comentar cuidadosamente.

Dos cosas me sugiere tu comentario:

1. Te reconozco que la capacidad humana para generar esas rupturas es innegable a lo largo de la historia. Pero a fuerza de innovar es posible que ya “no haya nada nuevo bajo el sol” o, desde luego, que la innovación sea muy costosa y marginal por mucho que haya cambiado el statu quo al que desafiar. De forma que, intentando seguir rompiendo moldes, la vanguardia artística habría acabado por desconectar incluso con la sensibilidad estética más elemental que compartimos más allá de toda particularidad cultural, y que está basada en nuestra biología. Ese es en esencia el resumen de mi artículo.

2. Dicho esto, cabe preguntarse en qué consiste esa capacidad para la “ruptura” artística de los humanos. Es en última instancia un fenómeno desconocido y misterioso. Pero, por más complejo que sea, eso no lo hace trascendente ni mágico. Seguramente obedezca a una combinación novedosa de elementos preexistentes. De forma que, aun advirtiendo que la IA ha sido entrenada con lo ya hecho y es difícil que innove, ¿por qué negarle de plano el paso a la creatividad? ¿Qué barrera ontológica le impide combinar elementos preexistentes de forma novedosa? ¿Por qué si ha logrado desentrañar la estructura de un montón de proteínas que en toda nuestra historia jamás habíamos sido capaces de comprender no va a poder combinar palabras, colores, sonidos, texturas o formas hasta dar con estilos nuevos y obras innovadoras? De entrada, echaremos en falta que expresen la intencionalidad de “un alguien”, y sin eso parece que no reconocemos que haya arte. ¿Será necesario que la IA tenga consciencia para concederle la dignidad de poder crear arte? Si no sabemos que es de su autoría, de hecho, ya se lo estamos concediendo como en el artículo que cito.

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Gracias a ti, de nuevo, no solo por un texto que impele a pensar, sino por tomarte la molestia de argumentar incluso en los propios comentarios.

Estoy de acuerdo con tus puntualizaciones, o al menos hasta cierto punto:

1) Desde mi punto de vista, tomamos por innovación una suerte de «evolución»: un camino construido por acumulación de «descubrimientos», lo cual nos llevaría, como tú apuntas, a un posible agotamiento tanto de ideas como de recursos, y que afectaría tanto al credor como al receptor.

No obstante, concibo la innovación como una relectura apropiativa de las tradiciones, de manera que, al menos en ese sentido cuantitativo, quizá se pueda esquivar el problema. Esto, claro está, abre la puerta a que la capacidad combinatoria de un algoritmo utilice los distintos medios a su alcance para, en efecto, crear obras de arte que se apoyen en todo lo anterior para generar algo nuevo, independientemente de su «alma».

2) Tu argumento ya lo he esbozado en el punto anterior, pero me gustaría poner el foco del debate no tanto en la capacidad de la IA para crear obras que puedan ser juzgadas desde una persepctiva artística sin menoscabo de prejuicios emocionales, sino en el impulso de los propios artistas.

Creo que es lícita la experimentación y el juego, y es obvio que cada avance tecnológico trae consigo una serie de rupturas paradigmáticas que, en mayor o menor grado, provocan inquietud o rechazo. En este caso, tal vez esa quiebra del canon se ha producido de una forma muy rápida y estrepitosa, y de ahí buena parte de las reacciones contrarias. (Con algunas de las cuales estoy de acuerdo, porque el abuso o apropiación de obras protegidas por derechos es un tema que habría que tratar, pero esa es otra historia…)

Pero me pregunto si la pulsión creadora que tradicionalmente han tenido los artistas (algunos, al menos) no se ve espoleada como respuesta, y de ahí mi párrafo final en el comentario anterior. Personalmente veo el arte como una visión personal, como una idea sobre y ante el mundo; si tengo algo que comunicar es porque interpreto la realidad de una forma distinta, con lo cual la manera en la que lo plasmaré será única. Coincido en que la IA tiene un potencial creativo fuera de toda duda, en tanto gran parte del proceso se basa en (re)interpretar lo conocido para generar un objeto o concepto novedoso, pero si el creador cede esa labor al algoritmo ¿sigue pudiendo considerarse arte?

En fin, es un tema inagotable y confieso que, por mi parte, mi lado romántico me puede mucho al juzgar el uso que se hace de la IA para estos fines, pero trato de tener la mente abierta para captar los matices del asunto.

Muchas gracias por plantear estos argumentos y ayudarme a pensar sobre ello. Siempre es un placer contar con un interlocutor que exponga con claridad sus ideas. Le echaré un vistazo al artículo que has enlazado abajo, a ver qué cuenta.

Un abrazo.

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Y justo me entraba este artículo que en esencia viene decir que, si no distinguimos y preferimos el arte creado por la IA frente al arte humano, es porque en realidad a la gente lo que le gusta es la obra de arte mala. https://maxread.substack.com/p/people-prefer-ai-art-because-people

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Extraordinario. Millones de gracias.

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Como siempre, magistral.

El arte tuvo, también, una función de transmisión de información; y ejerció una poderosa fuerza de homogeneización cultural y hasta política. Hablo de la arquitecutra y, especialmente, del arte religioso medieval o de la Contrarreforma. Quienes más lo favorecieron (a través del mecenazgo, o la financiación por parte de gremios y corporaciones comerciales) pudieron pagar a excelsos artistas que nos dejaron maravillosas obras de arte. Pero también hubo arte de bajo nivel que tuvo una función fundamentalmente doctrinal.

La IA puede jugar ese papel: proporcionar a amplias capas de la sociedad un arte deshumanizado pero asequible. Recuerdo cómo en "Un mundo feliz" de Huxley, máquinas automáticas escribían novelas y libros destinados al gran público, pues Cervantes o Shakespeare eran considerados peligrosos. Quién sabe, a lo mejor dentro de pocos años Planeta o Ediciones B no necesitan a personajes famosos para escribir libros de segunda categoría que se compren por centenares de miles como si fueran churros. A lo mejor la IA los escribe mejor.

En cualquier caso, es inquietante y a los legos nos da la impresión, al leer estas cosas, que el hecho singular se acerca. Gracias

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Muy buen análisis. Sin duda arte y propaganda están íntimamente relacionadas. Durante siglos fueron la vía de adoctrinamiento esencial para una población analfabeta. Hoy, más que por analfabetismo, la propaganda puede impactar por un nivel mucho más refinado y sutil de un volumen ingente de contenidos por doquier impulsados por la IA. Huxley otra vez visionario.

Gracias por comentar.

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